viernes, 17 de septiembre de 2010

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GRUPO: Illarek [Chosica-Lima]
OBRA: Gritos del silencio
AUTOR: Creación colectiva
DIRECTOR: Edgar Mucha
ELENCO: Mirko Espinoza (Padre), Angela Carrasco (Madre), Ninfa Quinteros (Hija), Rodrigo Chávez (Hijo), Bill Valdera (Empresario), Fran Leiva (Desierto) y Silvana Aragonés (Desierto).
TÉCNICO: ¿?
DURACIÓN: 38' [08.24-09.02]

No vamos a decir nada de la secuencia inicial con payasos y globos que tenían impresos el nombre del grupo, salvo que la entendimos, hasta donde se pude entender, como desarticulada en relación con todo lo que vino luego. En ese sentido, el espectáculo comienza con una melodía en lamento en off. Luego delante del "telón de fondo" ondulan dos telas ligeras, una de ellas es de color beige. Posteriormente irán ingresando el "niño pobre" con su carrito al que le falta una llanta, una "madre" que tose constantemente y hace un gesto recurrente de silencio, una "niña" sucia, un "padre" en overol azul y con una "chata" con agua que la usa como botella de licor. Por las imágenes de presentación terminamos de ubicar a esos personajes dentro de una miseria extrema. Posteriormente aparecerá un personaje que cumplirá con la función de presentarnos a un "administrador" informal del reciclaje de la basura. Todas las estructuras narrativas teatrales están en función de mostrarnos la condición de miseria extrema. Obviamente la intención de la dirección es querer reflejar la miseria socio-económica pues la puesta apunta a la denuncia, no importa si recae en el melodrama, total este melodrama es parte de la "enciclopedia" popular en general y de ciertos teatreros en particular, así como lo es el uso y abuso de lisuras como "carajo" pretenden reflejar en última instancia el "habla" alienada de aquellos sectores del pueblo sumidos en la miseria [a tal punto que entre los espectadores de las primeras filas un niño rubio le comentó a su padre: "¡Cuántos carajos...!"].

Sin embargo, más allá de todo lo señalado este espectáculo contiene ciertos aspectos temáticos e incluso estéticos que lo hacen rescatable [en todo caso, continuador de las líneas matrices de aquel teatro barrial y de cierto teatro universitario no-oficial de los años 1970-90]. En ese sentido, habría que indicar que aunque la puesta nos remite a un argumento elemental, aquella pretensión, por ejemplo, de querer ambientar un "desierto" al inicio de un drama social podría estar diciéndonos, en el nivel superficial, que la existencia de los pobres sumidos en la miseria es "árida" y "desolada"[3], y, en el nivel profundo, que en tal "desierto" es posible que se dejen escuchar, a veces, ciertos "gritos" desde el "silencio". Por otro lado, así como el nombre del espectáculo del grupo Pucayacu es ambiguo, así también en el caso del grupo Illarek el nombre del espectáculo es paradojal, pues si el silencio implica la ausencia de sonido, entonces para la dirección de este grupo hay "silencios" que, no sólo, "suenan", sino que también, "gritan" [¿entiéndase, la necesidad social de la denuncia?].

Al final del espectáculo Rodrigo Chávez, un integrante del elenco, dice: "Agradecemos a los organizadores este evento", explica que el nombre del grupo significa "Nuevo amanecer", agradece "a los señores del jurado aquí presentes...", presenta a sus demás compañeros y culmina diciendo: "a nombre de todos les deseamos buenas noches" [es curioso este desprendimiento de "figuretismo" que hace gala el director Edgar Mucha, no deja de sorprendernos, especialmente en un evento como este en donde ciertos viejos y jóvenes, experimentados y no tan experimentados, hicieron reiterados esfuerzos por ocupar los primeros planos].

Nota
[3] Cf. Alberto Isola, Taller "El Trapiche", Tercer Taller de Teatro de la EITALC, Ediciones TUC, Agosto de 1991, p. 12.

[CONTINUARÁ]

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