GRUPO: Tercera llamada [Lima]
OBRA: Cuento del hombre que vendía globos (Premio 1975, TUSM)
AUTOR: Gregor Díaz (1933-2001)
ELENCO: Roberto Huamán [Mendigo1] y Sergio Velarde (Mendigo2)
DIRECTOR: Pietro Sibille
TÉCNICO: Olger Dávila
DURACIÓN: 33' [06.35-07.08 pm]
En el escenario hay tres cubos de madera [dos forrados y pintados de negro y otro sin forrar].
El vestuario es naturalista, y está completamente sucio. Mientras que el mendigo1 usa un sombrero hecho de papel, el mendigo2 usa un sombrero con adornos de papel. El mendigo1 usa zapatillas forradas con cinta adhesiva gruesa de plástico gris y el mendigo2 usa ojotas.
Hay un pucho de cigarro que encienden al inicio, luego no apelan al uso de ningún otro objeto.
Van de la posición de sentados a la posición de ponerse de pie y a ciertos traslados, no más allá de los límites de los cubos.
Los cambios de luces pretenden reforzar ciertos cambios de atmósferas que por lo general no llegan a cuajar del todo.
Un tercer personaje [un policía] es introducido a través de las miradas de los mendigos, de un sonido en off que alude al "paso" o tal vez al golpetear de su garrote, y, fundamentalmente por los diálogos de los dos mendigos.
La puesta se sostiene en el juego de roles [de mendigos a aristócratas] y en las mutaciones del mendigo1 que alcanza una nueva actitud: "perder el miedo" (al policía).
Hay una fidelidad absoluta al texto de Gregor Díaz.
Por momentos apelan a códigos basados en el cambio de luces y congelamientos para fraccionar dos momentos distintos de la línea discursiva del argumento.
La puesta alcanza cierto clímax luego de la mutación final del mendigo1 y entra en un rush in crecento que los hace culminar con un máximo de intensidad que deja, al parecer, anonadado al público. Este está en total silencio y tarda un tiempo en asimilar la convención de que la obra ha concluido. Aplausos.
Sospechamos que para los dos es un gran alivio, especialmente por el hecho de compartir las tremendas responsabilidades de ser organizadores y de tener que también actuar.
Para que se de inicio a la presentación de Tercera llamada hacen salir a los espectadores para acomodar el escenario. En este caso, esta medida no se justifica porque los "cambios" no son sustanciales.
Al ingresar nuevamente nos encontramos con MB que comparte el escenario con una señora, luego nos enteraríamos que es la esposa del alcalde y dirige un programa de entrevistas en un canal de Ica. MB la presenta como "la madrina de la muestra..." y ella dice que "los iqueños queremos cultura...".
[CONTINUARÁ]
El vestuario es naturalista, y está completamente sucio. Mientras que el mendigo1 usa un sombrero hecho de papel, el mendigo2 usa un sombrero con adornos de papel. El mendigo1 usa zapatillas forradas con cinta adhesiva gruesa de plástico gris y el mendigo2 usa ojotas.
Hay un pucho de cigarro que encienden al inicio, luego no apelan al uso de ningún otro objeto.
Van de la posición de sentados a la posición de ponerse de pie y a ciertos traslados, no más allá de los límites de los cubos.
Los cambios de luces pretenden reforzar ciertos cambios de atmósferas que por lo general no llegan a cuajar del todo.
Un tercer personaje [un policía] es introducido a través de las miradas de los mendigos, de un sonido en off que alude al "paso" o tal vez al golpetear de su garrote, y, fundamentalmente por los diálogos de los dos mendigos.
La puesta se sostiene en el juego de roles [de mendigos a aristócratas] y en las mutaciones del mendigo1 que alcanza una nueva actitud: "perder el miedo" (al policía).
Hay una fidelidad absoluta al texto de Gregor Díaz.
Por momentos apelan a códigos basados en el cambio de luces y congelamientos para fraccionar dos momentos distintos de la línea discursiva del argumento.
La puesta alcanza cierto clímax luego de la mutación final del mendigo1 y entra en un rush in crecento que los hace culminar con un máximo de intensidad que deja, al parecer, anonadado al público. Este está en total silencio y tarda un tiempo en asimilar la convención de que la obra ha concluido. Aplausos.
Sospechamos que para los dos es un gran alivio, especialmente por el hecho de compartir las tremendas responsabilidades de ser organizadores y de tener que también actuar.
Para que se de inicio a la presentación de Tercera llamada hacen salir a los espectadores para acomodar el escenario. En este caso, esta medida no se justifica porque los "cambios" no son sustanciales.
Al ingresar nuevamente nos encontramos con MB que comparte el escenario con una señora, luego nos enteraríamos que es la esposa del alcalde y dirige un programa de entrevistas en un canal de Ica. MB la presenta como "la madrina de la muestra..." y ella dice que "los iqueños queremos cultura...".
[CONTINUARÁ]
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